Los Cráneos de Cristal
Los Cráneos de Cristal
Los cráneos de cristal son unos cráneos tallados en cuarzo transparente o lechoso, conocido en la historia del arte como "cristal de roca", cuyos supuestos descubridores afirman que son artefactos mesoamericanos precolombinos; sin embargo, ninguno de los especímenes que fueron puestos a disposición para su estudio científico han sido autentificados como precolombinos. Los resultados de estos estudios demostraron que los cráneos de cristal examinados fueron manufacturados a mediados del siglo XIX o más tarde, casi con certeza en Europa durante una época cuando había mucho interés en las antiguas culturas precolombinas. A pesar de algunas afirmaciones presentadas en diversas publicaciones de popularización, las leyendas sobre cráneos de cristal con poderes místicos no forman parte de la mitología y el mundo espiritual de los indígenas mesoamericanos o de otros amerindios.
Algunos miembros del movimiento New Age afirman con frecuencia que los cráneos muestran fenómenos paranormales, siendo frecuentemente representados de esta forma en obras de ficción. Los cráneos de cristal han sido un tema popular, apareciendo en numerosas series televisivas de ciencia-ficción, novelas, películas, videojuegos y una marca de vodka.
Algunos investigadores han hecho una distinción entre los pequeños cráneos de cristal del tamaño de un abalorio, que aparecieron a mediados del siglo XIX, y los grandes cráneos (aproximadamente de tamaño real) que aparecieron a fines de ese siglo.
El comercio de artefactos precolombinos falsos se desarrolló a fines del siglo XIX a tal punto que en 1886, el arqueólogo William Henry Holmes del Instituto Smithsoniano escribió un artículo titulado "El comercio con antigüedades mexicanas espurias" para la revista Science.9 Aunque los museos habían comprado cráneos antes, fue Eugène Boban, un anticuario que abrió su tienda en París en 1870, quien es más asociado con las colecciones de cráneos de cristal de los museos del siglo XIX. La mayor parte de la colección de Boban, inclusive tres cráneos de cristal, fue vendida al etnógrafo Alphonse Pinart, que donó la colección al Museo Trocadéro, que más tarde sería el Museo del Hombre.